El fantasmal Augusto Pérez encarna la nihilidad de la existencia humana, tal como Unamuno la siente.
Enamorado de Eugenia –por propia obligatoriedad – quiere contraer matrimonio con la muchacha y rechazado, tratara en vano de pagar la hipoteca que pesa sobre la casa que sus progenitores dejaron a la muchacha. Augusto Pérez vive de rentas y puede permitirse pagarle la hipoteca sin “nada a cambio”.
Pero Eugenia, enamorada de un bohemio holgazán, Mauricio, lo rechaza hasta que su amante le sugiere de un “menaje de tríos”. Entonces Eugenia arrebata augusto de los brazos de Rosario y se casan.
Pero a poco vuelve la mujer con Mauricio, abandonando al protagonista que viaja entonces a salamanca para entrevistarse con don Miguel de Unamuno, autor de quien a leído un ensayo sobre el suicidio.
El escritor trata de hacer entender a su fantasmal criatura que no “es”, que no existe como persona real, sino que resulta un ente literario que carece de vida propia, de iniciativa para ejercer el suicidio.
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